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Resumen
La hiperplasia prostática benigna (HPB) es muy prevalente en atención primaria; es el principal motivo de consulta por problemas urológicos en el hombre y es el primer diagnóstico que debemos pensar ante un paciente mayor de 50 años que con-sulta por síntomas obstructivos (dificultad para iniciar la micción, disminución de la fuerza y del calibre del chorro miccional,goteo postmiccional, sensación de vaciamiento incompleto) y/o irritativos (urgencia miccional, polaquiuria, nocturia) de variosmeses de evolución.El diagnóstico de HPB es clínico, y debe presumirse ante todo paciente de 50 años o más que consulta por prostatismo (síntomas obstructivos o irritativos urinarios, de progresión lenta, con remisión y reaparición espontáneas) y que no tiene otracausa clara que explique esta sintomatología.La única maniobra útil del examen físico es el tacto rectal, cuyo objetivo principal es intentar descartar el cáncer de próstata. Aunque en la HPB la próstata puede estar agrandada, es importante destacar que el tamaño de la glándula se correlacionamal con la presencia o ausencia de obstrucción al flujo urinario, y una próstata de volumen conservado no descarta el diagnóstico de HPB obstructiva.Los únicos dos estudios de laboratorio que deben solicitase de rutina como parte de la evaluación inicial son el sedimento deorina y la creatininemia (ambos sirven para descartar otros diagnósticos y detectar complicaciones).El dosaje del antígeno prostático específico en la evaluación de la HPB es controvertido. La mayoría de las guías de prácticalo define como un estudio opcional u optativo, que depende del juicio clínico del médico. La ecografía vésicoprostática conevaluación del residuo postmiccional y la uroflujometría son también estudios diagnósticos opcionales, que pueden colaboraren el seguimiento y en la toma de decisiones terapéuticas.Las complicaciones de la HPB son poco frecuentes e incluyen la retención urinaria aguda, la insuficiencia renal, las infeccionesurinarias, la macrohematuria y la litiasis vesical. Las estrategias de manejo de esta entidad incluyen la conducta expectante, el tratamiento médico (con fármacos alfabloqueantes, inhibidores de la 5-alfareductasa o fitoterapéuticos) y el tratamiento quirúrgico, ya sea a través de técnicas pocoinvasivas (como la resección transuretral convencional, la resección transuretral bipolar y los procedimientos laser, entre otros)o la adenomectomía a cielo abierto.